La cifra no queda allí, el más reciente estudio de Save the Children confirma además que el acceso de niños y niñas a la pornografía, se produce cada vez a edades más precoces.
El informe revela que casi el 54% ha accedido a la pornografía antes de los 13 años y al menos un 9% lo ha hecho antes de cumplir siquiera los 10 años, nutriéndose de ejemplos de relaciones sexuales violentas y sin consentimiento.
Hablar de sexo ha sido siempre un tema complicado para mamás y papás, por lo que el acceso a la tecnología y a materiales pornográficos que se diseminan gratuitamente en múltiples plataformas, se convierten en el principal referente para los más jóvenes y dictan las pautas sobre cómo deben comportarse en lo afectivo y en lo sexual en una relación.
A diferencia de otras décadas, donde la curiosidad provocaba la búsqueda de materiales eróticos, ahora la industria pornográfica ni siquiera espera a que esa necesidad surja, “busca” y va tras sus potenciales nuevos consumidores utilizando modelos tan adictivos como cualquier otra droga.
El placer que ofrece la pornografía puede llegar a generar un comportamiento adictivo debido a la gran cantidad de dopamina que los estímulos visuales generan. Esa descarga dopaminérgica incentiva la repetición de la conducta, provocando que las personas pierdan su capacidad de controlar sus sensaciones.
Para un adolescente es más difícil frenar, ya que ocurre exactamente como ocurre con otros consumos adictivos, donde el circuito de recompensa requiere de mayores estímulos o más frecuentes para sentirse satisfecho.
Una alarma más grave se encuentra en el tipo de pornografía que se distribuye ahora. A diferencia de antaño, donde el material pornográfico era más erotizante, el de ahora tiene una carga de extrema violencia.
Prácticas de control y sumisión, sexo sin consentimiento o sexo grupal donde la mujer es utilizada como un objeto, promueven la idea entre los más jóvenes de que esto es lo “normal” en las relaciones de pareja.
Save the Children confirma que en la encuesta de su estudio, el 47.4% de los adolescentes afirmaron haber imitado lo que habían visto en dicho material, incluso cuando no haya sido de mutuo acuerdo.
Existe un cantidad significativa de organizaciones alrededor del mundo tratando de legislar sobre el tema y de implementar certificados digitales que restrinjan el acceso a los menores a este tipo de contenidos, sin embargo, es posible que esta industria encuentre siempre la manera de librar todos los filtros.
Por lo que no existe algo más efectivo que padres y madres pierdan la vergüenza, el miedo o el prejuicio a hablar de sexo con sus hijos. Urge que se deje de pensar que hablar del tema “despierta” la curiosidad de los menores.
Hablar de sexo no es “darles ideas”, es blindarlos antes de que la industria venga a ellos y perturbe su desarrollo psico-emocional de una manera irreversible.
Cynthia García-Galindo
Latina
SoyPlanC.com