NO ME DEJAN IRME DE CASA

Hola Cyn, me emociona mucho escribirte aunque los motivos sean un poco incómodos y desagradables, ya que involucra hablar de mis padres y eso me hace sentir mal, pero fuera de mis amigas no tengo a nadie a quien contarle mis dudas y siento que estoy en un momento en que me urge tomar una decisión, así que aquí voy.

Estoy en una encrucijada, quiero irme a vivir a una ciudad distinta a donde actualmente vivo con mi familia. De hecho, mis planes desde que salí de preparatoria, eran los de irme a la Universidad de otro estado, pero cuando lo comenté con mis papás, ellos se opusieron sutilmente a ello, es decir, me desanimaron de todas las formas posibles para que cambiara mis planes.

En aquel momento sentí que debía hacerles caso y “les compré” todas sus fabulosas ideas sobre las ventajas de estudiar sin alejarme de casa, incluso hasta cambié un poco el rumbo de mi vocación, eligiendo una carrera parecida a la que en realidad quería, ya que en la Universidad cercana no existía la carrera que yo deseaba.

En fin, que ahora estoy a la mitad del camino, pero sigo sintiendo que no estoy haciendo lo que me gusta, que debería irme y buscar la manera de retomar mis proyectos originales.

Pero veo que eso es casi imposible, al pasar el tiempo he ido confirmando que mis padres, sobre todo mi mamá, es sumamente insegura y sobreprotectora. De hecho, creo que sus miedos fueron los que decidieron mi futuro, ya que temía tanto lo que pudiera pasarme, que hizo todo lo que pudo para que no me fuera.

Por ejemplo, recientemente les comenté que podía irme a hacer un intercambio a una Facultad cercana, que no implicaría la distancia que suponía mi opción universitaria original, pero fue suficiente, pude ver como de nuevo mi mamá cambió de ánimo. No se enoja, pero se pone tensa, decaída y nerviosa.

Se le nota de inmediato que la idea no le gusta y me empieza a buscar mil y una opciones para convencerme de que estar cerca de casa, es mejor.

No quiero ser malagradecida Cyn, pero me hace sentir fatal, siento frustración, enojo y hasta culpa por desear algo que para otras amigas ha sido super normal.

Amo a mis padres, pero siento que no comprenden que he crecido y que deseo perseguir mis sueños y que soy capaz de hacerlo y mantenerme a salvo.

Tengo la oportunidad del intercambio que me ofrecen, eso me acercaría a la formación a la que renuncié hace años y también me permitiría experimentar una cierta autonomía de mis padres, sin embargo, no sé si ya sea demasiado tarde para mi o si al insistir en irme, pueda provocar un rompimiento en la relación con mi madre, que parece que solo está tranquila cuando me tiene cerca.   

¿Qué me aconsejas Cyn?

Atentamente

Hija Sobreprotegida  

Querida Hija Sobreprotegida:

VETE.

Disculpa que lo suelte así sin rodeos y sin anestesia.

Pero como suelen decirlo, quitar un curita de esta forma es menos doloroso y menos agónico.

Lo primero que noto, es que encuentro que tu carta está escrita con la sensatez característica de los hijos e hijas complacientes. Siempre pensando en como no incomodar a nadie con sus deseos y sus necesidades. Lo cual es un gesto hermosamente humano.

Lo inhumano es que para evitar esas contrariedades en todos los que te rodean, tengas que pagar con tu propio bienestar.

Todo en esta vida es equilibrio chamaca.

Y vivirá en paz, solo quien sea capaz de entender que no se puede luchar contra el orden y el equilibrio natural.

Por ello creo que aquí, todos están sufriendo en un menor o mayor grado, porque TODOS se están resistiendo al flujo natural de la vida.

Es curioso, pero también cierto, con sus afortunadas excepciones, que la especie humana es la única que tiene hijos con el deseo de quedárselos.

Ningún otro mamífero persevera con tanto afán en prolongar más allá del periodo de supervivencia, la “tenencia” de los hijos bajo su techo.

Los padres y las madres humanas, por diversas razones culturales, de seguridad o de creencias arraigadas, hacemos unos malabares increíbles para seguir tutelando a nuestras criaturas. Vemos riesgos potenciales en cada esquina y nos entra tremendo pánico al imaginarnos no estar cerca y disponibles si “algo llegara a suceder”. Así que por evitar a toda costa esos riesgos, corremos el riesgo de volvernos tóxicos.

Creo que eso es lo que les ha estado sucediendo a tus padres.

Quienes por miedo a fallar como cuidadores, están fallando como facilitadores.

Con esto quiero decir que hay una edad en la que como hijos necesitamos ser CUIDADOS, porque, otra vez, a diferencia del resto de los mamíferos, nosotros los humanos somos bastante lentos para ser autosuficientes, así que vamos a necesitar que nos alimenten y nos protejan por bastante tiempo.

Pero en algún momento, sobretodo cuando todas nuestras facultades van madurando, vamos a necesitar que nuestros cuidadores empiecen a “soltarnos” y comiencen a dejar que nos enfrentemos a nuestros primeros desafíos y frustraciones. En ese periodo, a los cuidadores no les toca evitar que pasen cosas, sino proveer y FACILITAR recursos para que el hijo y la hija, resuelva a como pueda, todo aquello que le suceda de acuerdo a su edad.

No sé que tanto de eso te hayan permitido experimentar a lo largo de tu infancia y de tu pubertad.

Hablas en tu carta, e incluso la firmas, utilizando el término de SOBREPROTECCIÓN, creo que comenzar por aquí y en como vives tú con ese sobre cuidado, podría ser una buena conversación con ellos.

Inicié diciéndote VETE, que aunque es una opción, lo mencioné de tajo para sacudirte y espabilarte, pero debo decirte que en estos casos  HABLAR, es siempre la primera opción de todas.

Sigamos.

Te digo que va a ser necesario conversar con tus padres y quizá más acentuadamente con tu madre, sobre sus miedos a que te suceda algo. Abrir el diálogo y profundizar en este tipo de temas, es incómodo, pero es también una buena manera de mostrarte adulta. Porque créelo, nada más inmaduro que alguien que con derecho o sin él, se niega a conversar sobre lo que sucede.

Sería muy útil que al hablar de ello, les hicieras ver todas aquellas cualidades que te convierten en una persona responsable, con criterio, con madurez, para gestionar los desafíos que implican vivir por tu cuenta.

Para ello, sería bastante congruente que en verdad seas esa persona de confianza, es decir, que probadamente seas capaz de cocinar, ordenar tu cuarto, administrar tus tiempos, medir los peligros, lavar tus calzones y saber comunicar lo que emocionalmente te pasa.

Es decir, que des prueba de que en la distancia, VAS A SOBREVIVIR y que cuando no puedas hacerlo, tendrás también las suficientes herramientas psico-emocionales para SABER PEDIR AYUDA.

Una buena pregunta para ti, en este momento sería: ¿en verdad tienes estas habilidades?

Oye, por supuesto que entiendo que muchas de ellas estás en vías de consolidarlas, es más, muchas de ellas, en un inicio las desarrollarás más a punta de necesidad que por gusto propio quizá, pero hacerte consciente de que estas cosas son las que te vuelven funcional en la vida real, es algo que en verdad va a serte útil si quieres ser una adulta en toda forma y sobre todo, si quieres tener argumentos sólidos de que estas lista para hacer tus maletas.

Hazles saber que en verdad necesitas que te brinden su apoyo, que comprendes sus temores, pero que tienes toda una vida por delante y una oferta académica que puede ser el comienzo de todo eso que sueñas.

Habla y luego prepárate para escuchar lo que sea que ellos tengan por decir. Es un buen momento para que expongan sus motivos profundos. Quizá te sorprendería escuchar de viva voz lo que pasa por sus mentes.

Quizá ni tu ni ellos coincidan del todo, no tienen porqué hacerlo, al final de cuentas, pertenecen a generaciones distintas y están en posiciones diferentes dentro del sistema familiar, ellos como padres y tu como hija.

Aún así, creo que quien escucha tiene mayores oportunidades de comprender la conversación de fondo.

Sea lo que sea que escuches, me gustaría que te permitas reafirmar lo que deseas para ti misma y tengas la fuerza para ir tras ello.

Porque así como tus padres están luchando por resistirse al orden natural de soltarte como hija, me temo que tú también estás luchando resistiéndote a seguir tu propio ciclo y flujo virtuoso, sintiendo culpa por tener sueños e ideales, que es lo más sano y virtuoso.

Tener un propósito, un sentido de vida, es algo necesario, vital.

Los hijos no estamos hechos para quedarnos eternamente a lado de nuestros padres. Ni real, ni simbólicamente.

Es decir, ni para quedarnos a vivir eternamente en la misma casa, ni para vivir en una distinta pero siempre buscando su permiso o su aprobación, que es como seguir simbólicamente unida a ellos. Viviendo temerosos por no llenar las expectativas o por no elegir lo que a papá o a mamá les haga feliz. Esa no es la misión de ningún hijo ni de ninguna hija.

Créeme que tengo en sesión a personas casadas y con familia que siguen sin poder cortar ese cordón umbilical, incluso con sus padres o madres ya fallecidas y siguen sin poder avanzar en sus vidas, porque siguen sintiendo que deben seguir las órdenes o los deseos de papá o mamá.

Por eso te decía al principio rápido y sin anestesia: VETE.

Porque es anti-natural quedarte.

Eso sí, la forma en que decidas irte de su lado, si hace la diferencia.

Así que por ello es IMPORTANTE:

No te vayas en un arranque impulsivo y desesperado.

No te vayas sin hablar con ellos.

No te vayas enojada.

No te vayas sin antes escuchar.

No te vayas demasiado tarde, ni por los motivos equivocados.

Muchas personas de mi generación o de generaciones antes de la mía, no se fueron, así que optaron por irse de todas las formas en las que te acabo de sugerir que jamás te vayas.

Irse así siempre deja secuelas a largo plazo.

Tu historia puede ser distinta si tan solo te das el permiso de hacer valer tu voz, de estar consciente que puedes fallar, equivocarte o verte en la necesidad de volver a cambiar de planes y que eso “va incluido en el ticket de la vida”, que eso no te convierte en una persona fracasada, ni en una malagradecida, pero sobre todo, eso no te hace “una mala hija”.

Ojalá que a todos les de por restablecer el flujo natural de la vida y se permitan avanzar.

Estoy segura que tu papá y tu mamá tienen más amor que miedo.

Solo es cuestión de que también se quiten el curita de un jalón.

O busquen ayuda para aprender a soltarte.

Retenerte no es la solución (y para las mamás que van a leer mi respuesta y ahorita se les acaba de ocurrir la brillante idea, de que mudar a toda la familia, o seguir ustedes a la criatura pueda ser una “buena solución”, por favor NO LO HAGAN).

Por supuesto que hay peligros en todas partes, pero es una fantasía creer que podemos “controlar” mejor lo que ocurre solo porque estamos cerca.

Quien vive con miedo, enseña a vivir con miedo.

Vivir así es una agonía. Es morirse de a poquitos.

La fortuna es que quien aprendió a vivir con miedo y se da cuenta de ello y es capaz de ver que ha sido sobreprotegida y escribe una carta para averiguar como dejar de serlo, sin que eso signifique romper todos sus vínculos, ha comenzado a romper el patrón de la manera más asertiva y eso querida, es un buen principio para cualquier historia.

Vas bien chula.

Así que espero que comiences pronto a escribir el bonito libro de tu vida.

Porque NO ES TARDE. NUNCA ES TARDE.

Con amor,

Cyn

Si también quieres enviarme tu historia, puedes hacerlo al correo queridacyn@gmail.com

Disclaimer: Esta carta no sustituye atención médica, ni terapéutica. Aún cuando Cynthia García-Galindo cuenta con la formación profesional en diversas ramas de la salud emocional, las respuestas que ofrece a sus lectores bajo este formato, son misivas literarias con fundamentos teóricos mezclados con experiencias profesionales y vivencias personales, donde lo que pretende, es guiar y estrechar lazos más íntimos con su audiencia y no necesariamente, ofrecer soluciones que deban seguirse como una receta, ya que cada caso es único.