Querida Cyn, te escribo porque este mes de mayo en verdad me pone tan mal, que hasta me enferma.
Hace algunos años me divorcié y debo decirte que fue un divorcio infernal.
Me la pensé mucho para dar ese paso. Durante muchos años le di oportunidades esperando que cambiara, cosa que hacía, pero solo durante un tiempo, su estrategia era tranquilizarme, quitarme la intención de consumar mis planes del divorcio y ganar tiempo, porque luego volvía a ser el mismo abusivo y manipulador de siempre.
Aunque eso solo era en privado.
Más allá de mi, nadie conocía su verdadera personalidad.
Ante todos fingía ser alguien agradable, generoso, atento, era ese tipo de persona que todos querían en su fiesta, por ameno y simpático.
Simplemente lo adoraban.
De hecho, cuando me armaba de valor y le decía que me iba, me decía que nadie creería jamás mi versión y que con la mano en la cintura haría que todos me dieran la espalda.
Te confieso que no sé como llegué a soportar todo eso. Ahora puedo decírtelo con más claridad porque la distancia me ha permitido ver las cosas tal como pasaron, aunque tristemente debo decirte que sus amenazas las cumplió.
Desde el día en que le presenté la solicitud de divorcio, no ha escatimado esfuerzos en hacerme ver mi suerte.
De todo me he ido recuperando un poco, lo que no puedo soportar, es ver como utiliza a mis hijos para vengar su dolor.
Les habla mal de mi, no pierde oportunidad en hacerme ver como alguien inestable emocionalmente, se victimiza al grado de darles a entender que me divorcié de él porque quería andar de loca, siempre encuentra una manera de hacerme ver como una persona que exagero sus errores y no reconozco los míos. Les dice que por mi culpa y mi egoísmo, ellos perdieron su familia.
Mis pobres hijos han estado bombardeados por él y yo nunca pude hacer nada, ni decirles la verdad de mi decisión, porque no quería agobiarlos más de lo que ya estaban.
Lo malo, es que creo que esto se ha vuelto definitivamente en mi contra.
Siento que mis hijos me odian, tenemos muchísimos problemas, me cuestionan, me culpan, señalan todo lo que hago, han comenzado a comportarse de alguna manera, como lo hacía su padre conmigo: haciéndome sentir una loca y eso Cyn, me duele en el alma.
Siento que los perdí y que todo lo que hice para darles una mejor vida no sirvió de nada.
El día de las madres simplemente quisiera desaparecer de la faz de la tierra para no sentir su desamor.
¿Tienes alguna técnica que puedas compartirme para poder sobrellevar mi pena? No quiero sonar ridícula, pero en verdad no sabes cuanto daría por poder pasar un día de las madres normal, como muchas mamás, con unos hijos que las quieren con todo su corazón.
Atentamente
LM, una mamá triste
Querida LM:
A veces me pregunto cómo es que llegan estas historias a mi buzón.
No es la primera vez que recibo una carta que me hace pensar que alguien en otra dimensión me escribe y luego espera a ver de qué manera reacciono y respondo.
Firmaste con tus iniciales y agregaste “una mamá triste” y ni el triste pude escribir, porque me resisto a la idea de que cualquier mujer que toma decisiones para ponerse a salvo y poner a salvo a sus hijos, tenga luego que firmar sus cartas como “una mamá triste”.
No chula hermosa, no eres ninguna ridícula por querer recibir amor y compasión de tus hijos. Más bien, eres humana y como simple mortal deseas algo, que ni siquiera la maternidad más aleccionada y recalcitrante puede evitar desear: el reconocimiento de sus críos como su buena madre.
Debo decir también que lamento mucho lo que les ha sucedido a tus hijos.
Es terrible que la persona que debería de hacer todo lo posible por protegerlos de las bajezas de la vida, sea quien los vulnere de una manera tan vulgar y tan cobarde, obligándolos a acumular rencor en contra de quien les dio la vida.
Y créeme que esto lo diría de igual forma si la situación fuera a la inversa.
La mayoría de los padres separados y divorciados entenderían la importancia de proteger a sus hijos de sus conflictos de pareja y se esforzarían por hacer lo posible por cumplir con esta responsabilidad.
Algunos padres y madres, sin embargo, pierden de vista la necesidad de sus hijos de amar y ser amados por ambos padres.
NUNCA es válido usar a los hijos, para lastimar al otro integrante o ex-integrante de la relación.
Sin embargo y por desgracia para tantos hijos e hijas, la inmadurez emocional con la que transitan algunos adultos sus vidas, les hace creer que su dolor les otorga el derecho a pasar por encima de los derechos de sus hijos e hijas y les niegan la oportunidad de construir sus propias percepciones y sus propias relaciones, inundándolo todo con su mezquino egoísmo.
Querida, no creo que te odien. Lo que si creo es que sienten una frustración y una ira profunda que no saben hacia donde dirigir y es una pena, porque mucho de ese malestar, por lealtad a su padre o por negación a lo que él hace, acabará en ti y contigo, que eres la adulta “silenciosa” que no los pone entre la espada y la pared.
Veamos como poder salir de este lío.
IDENTIFICANDO LOS SIGNOS
La Alienación Parental es un término bastante controversial, que muchos psicólogos incluso han preferido que quede para uso exclusivo de abogados. Aunque éstos también lo están dejando en desuso últimamente.
Sin embargo, no se ha encontrado un término distinto para referenciar y enumerar la serie de comportamientos que nos ayuden a identificar si los hijos e hijas están siendo sujetos a este “malsano” proceder por parte de alguno de los cuidadores, que lleva como propósito principal: hacer que los hijos rechacen a uno de sus padres, sin una buena causa o argumento.
El sello distintivo de la Alienación Parental, es el alejamiento emocional e incluso físico, del hijo hacia el papá o la mamá objetivo.
Esto puede ocurrir de varias maneras.
El hijo o hija, puede pasar tiempo bajo el cuidado de uno de los progenitores, pero negarse a involucrarse significativamente con él, como pareciera ser tu caso, permaneciendo retraído; rechazando tus intentos por comunicarte, rechazando interactuar de manera espontánea contigo, negándose a compartir actividades agradables como una comida, un paseo, unas vacaciones, alguna fecha especial; despreciando las expresiones de afecto y tratando con desdén y mucho juicio todo lo que haces o dices.
Los hijos que absorben las lecciones de odio de un padre “alienador” se alejan de una madre o un padre que antes amaba y a menudo, hasta de toda la familia extendida, dejando a los parientes rechazados, desconcertados sobre lo que podrían haber dicho o hecho para ver rota su relación.
NUNCA ES TARDE PARA ACTUAR
La Alienación Parental de un hijo, si no se corrige, puede durar toda la vida.
Entiendo que hayas pensado que la mejor forma de ayudarles a tus hijos, haya sido manteniéndote discreta y al margen.
Lo hecho, hecho está.
No es momento de lastimarte y castigarte más por ello. De hecho, voy a revelarte algo muy personal con respecto a esto. Sigue leyendo.
Estoy segura de que aunque ahora parezca que no sirvió de nada tu cautela, en algún momento, esto pueda ser una bandera a tu favor.
Lo que es IMPOSTERGABLE es buscar la asesoría de un profesional de la Salud Mental a quien le pedirás que te ayude a desarrollar una estrategia para reconstruir el vínculo con tus hijos.
Dejarle el terreno abierto al padre con tan poca estabilidad emocional, puede no ser la mejor decisión.
Además, el tiempo es oro.
ALIENACIÓN PARENTAL Y LOS HIJOS ADULTOS
Muchos padres y madres que fueron rechazados por sus hijos, producto de toda esa maraña insana de manipulación verbal y emocional, confirman que sus hijos adultos aún permanecen distantes o completamente fuera de contacto. Se lamentan de perderse eventos importantes, como la graduación universitaria de sus hijos, la boda y el nacimiento de los nietos.
Vaya que con estas vivencias, es un alerta más de que hay un ciclo que aún es importante de romper.
CUANDO SE DAN CUENTA
Sé que ahora estás sumergida en una pena profunda y te aterra el 10 de Mayo y sus serenatas, poemas, abrazos y flores a todas las madres, menos a ti.
Es probable que te sientas una mala madre. Es probable que la gente a tu alrededor te juzgue con la mirada y te hagan sentir mala madre. Es más frecuente de lo que se quisiera, que hasta tu misma familia te acuse de mala madre, es probable que ese exmarido manipulador siga mostrando su careta social de perfección y haga creer al mundo entero que eres un fraude y además una desalmada por romper una familia y que si ahora estás sola, te lo mereces por no haber pensado en tus hijos, eso, por mala madre ahora ni derecho a quejarte tienes, dirá.
Son demasiados adjetivos de “Mala Madre” para una sola persona, y a menos de que tengas un trastorno de la personalidad y hayas actuado deliberadamente con negligencia y deseo de lastimar a tus hijos, el saber ponerle fin a una relación que te vulneraba y te hacía sentir infeliz, no te convierte un una mala persona, ni mucho menos en una mala madre.
Quizá el error de cálculo ha sido la forma en que has manejado lo que ocurre. Y es que lastimosamente no hay una fórmula infalible.
Te lo voy a explicar de la forma en que yo lo entendí. Yo acudí a terapia justo por las mismas razones, la experta que me atendió usó unas figuras de plástico para ilustrarme mejor, puso en un extremo a mi exmarido y en otro extremo a mi, en medio de ambos colocó a nuestros hijos, luego me dijo:
“Antes tu estabas a un lado de él, por lo tanto, la violencia podía ejercerla directamente, en corto, la cercanía y además tu nivel de discreción favorecía el hecho de que nadie se diera cuenta. Pero ahora, estás lejos, así que no puede lastimarte directamente, ahora lo hace en efecto dominó, les pega a ellos (martirizándolos y envenenándolos) y ellos se encargan de que esa oleada te impacte a ti. Así que vas a tener que tomar una decisión muy difícil, pero que puede darles un respiro a tus hijos, -pierde por un tiempo la batalla- e impide que siga usándolos como carne de cañón”.
No es sencillo, hacerlo me mandó directo al hospital con un pre-infarto.
Pero no te espantes, eso no tiene porque sucederte a ti.
Yo no logré manejarlo mejor porque estaba totalmente destrozada, en aquel tiempo me trataban además del estrés postraumático de la relación de abuso, mi nivel de autoexigencia era criminal, sentía que había fracasado en lo más importante de mi vida que era ser mamá y definitivamente me podía derrumbar con comentarios como los de mi ex-suegra que cuando mi ex-suegro me saludó en un centro comercial y dijo que le daba gusto verme bien, ella no dudó en decir que “una mujer que no se encargaba de sus hijos y renunciaba a luchar por su familia, era fácil que se viera guapa, flaca y hasta más joven”.
Los hombres abusivos narcisistas no se hacen solos, con frecuencia vienen de una madre que no es capaz de ver ningún defecto en ellos y sí todas las faltas en las mujeres que se atreven a dejarlos.
Te comparto todo esto, porque no quiero que pierdas de vista que en el entorno pocas serán las personas que comprendan tus razones y tus decisiones y es mejor estar preparada para las situaciones más inverosímiles.
Por tu Salud Mental, no dejes de buscar la ayuda profesional adecuada.
No es tu obligación poder con todo, ni tener respuesta a todo.
La segunda cosa que aprendí, no fue de un psicólogo, sino de mi esposo actual, que un día me lo explicó con los términos de la Lucha Libre, diciéndome que es muy difícil que un Técnico le gane a un Rudo.
Que yo era técnica, es decir, que seguía las reglas del manual, reflexionaba lo que decía, consideraba todos los ángulos posibles antes de aclararles algo a mis hijos, cuidaba que lo que fuera a decirles no me hicieran quedar como una mujer sin escrúpulos que dejaba al descubierto detalles desagradables sobre su padre.
Mientras que mi ex era un rudo que mientras yo iba con mesura, él seguía disparando proyectiles envenenados sin tener respeto por nada ni por nadie.
Que un técnico nunca le podrá ganar a un rudo, porque su buena conciencia no le dejaría en paz.
Así que tendríamos que aprender a vivir como los técnicos que éramos, porque debíamos admitir que aunque quisiéramos patear, lastimar y desenmascarar al violento manipulador, hacerlo iba a poner a los chicos en nuestra contra. Y eso no podíamos permitírnoslo.
Así fue como tuve que aprender a perder, para que mis hijos ganaran algo de calma en medio de toda la tempestad.
Así que te abrazo mucho, porque entiendo perfectamente como te sientes en este momento. Por favor léeme con atención:
No estás loca, lo que has hecho hasta hoy es lo mejor que pudiste hacer y aunque pareciera que así es, tampoco te vas a volver loca de dolor ni el próximo 10 de mayo, ni en tu cumpleaños, ni en las navidades, ni en las vacaciones.
Vas a llorar un poco, vas a sentir mucha nostalgia, vas a tener la tentación de culparte, pero por favor, ten un buen terapeuta a la mano. Uno que entienda del Trastorno de la Personalidad Narcisa, de la Psicopatía Integrada, de Relaciones Abusivas y de Divorcios Complicados.
Para sobrevivir al dolor de sentirse una mala madre, se debe buscar la mejor ayuda posible.
ERRORES QUE DEBES EVITAR
Te dejaré también aquí algunas ideas de las cuales puedes echar mano cuando tus hijos tomen esa actitud de batalla que les inducen a tener contra ti:
1. No pierdas los estribos, ni critiques duramente a tus hijos. Recuerda que también ellos sufren y por partida doble, ya que han perdido la figura de un padre sano y en cambio tienen un padre nocivo que les induce a violentar a su propia madre, eso es terrible. Tienen una madre que no está todo el tiempo presente (por la custodia compartida) y que además puede estar por temporadas “desactivada” para no generarles más problemas, lo que resulta en que los chicos puedan sentir que no tienen ningún punto seguro. Insisto, eso es terrible para cualquier hijo e hija. Así que ofrece tu lado compasivo ante todo.
2. No desafíes a tus hijos diciéndoles que, si no quieren verte, tú no los quieres ver. Esa no es la mejor manera de ofrecer amor incondicional. Dales su espacio y diles que se los ofreces para que puedan gestionar mejor sus emociones y que estarás disponible para compartir todo lo que ellos deseen cuando se sientan con ánimo.
3. Mide la temperatura de su relación y no dejes que se enfríe, es decir, que aunque les des espacio, puedes de cuando en cuando escribirles o hablarles de algún tema neutral, de algo que sabes que es de su interés, algo que no cause conflictos emocionales y en cambio permita fortalecer su vínculo. Este punto puede ser muy complejo, a veces es difícil atinarle cuando es el momento adecuado y cuando, ya se nos ha pasado el tiempo y la relación se ha perdido.
4. No acuses a tus hijos de repetir lo que su padre les ha dicho. De nuevo, aunque esto puede ser cierto, los hijos lo negarán con vehemencia y se sentirán atacados por ti. Con frecuencia, eso les hace ser más leales al padre alienador.
5. No te resistas a obtener ayuda legal para hacer cumplir reglas de convivencia con tus hijos y rescatarlos de un ambiente de crianza tóxico.
LA VERDAD SALDRÁ A LA LUZ
¿Cuál verdad? la que ellos mismos construyan.
El tiempo pasará y los que fueron en algún momento niños o adolescentes alienados, crecerán y es entonces que pueda ser posible que descubran que fueron manipulados para rechazar a un buen padre, o como en tu caso, a una buena madre, por motivos que no tenían certeza ni claridad, pero sobre todo, que no tenían que ver con ellos, sino con el odio de un adulto que no supo manejar su dolor y su pérdida.
Es probable que sea entonces que busquen re-conectarse con aquel a quien rechazaron durante tantos años, pueden sentirse enojados con el padre alienador que interfirió con su capacidad de dar y recibir amor y les hizo perder muchas experiencias.
Si ese fuera tu caso, o el de tantas que puedan leernos y estén en ese momento de sus vidas, mi consejo sería que aclaren solo lo que el hijo desee aclarar y lo que sientan necesario conocer para armar su rompecabezas personal. A estas alturas está demás buscar víctimas y culpables. Eso ya lo tienen ellos bastante resuelto de manera personal, no es necesario abonar a esa cuenta de amarguras, así que tengan esa conversación dejando en claro que después de ello, se concentrarán en su presente y en su futuro y en todas esas vivencias que van a construir juntos.
MENSAJE FINAL
Querida Chula de mi corazón.
Terminaré tu carta, que quizá es la que he respondido de manera más personal, compartiéndote un ejercicio que puede tranquilizarte en este viernes del Día de las Madres que tanto temes.
Revisa tus álbums de fotografías, elige una, dos, tres, las que sientas que en verdad te conectan con esos momentos luminosos de tu maternidad. Esas fotos donde tan solo con verlas, sientas que tu pecho irradia un calor divino y te sientas la MEJOR MAMÁ DEL MUNDO.
Con ellas en mano, sal a alguna tienda donde vendan portarretratos y elige aquellos que le vayan perfecto a tu selección.
Coloca tus fotos en tu recámara, donde puedas verlas al despertar este próximo viernes y antes de que salgas de tu habitación, ve directo a tus fotos, dales a tus hijos los buenos días, chuléalos, diles cuanto los amas, lo perfectos que son para ti en tu corazón de madre, lo feliz y afortunada que eres porque te eligieron como su mamá. Agradece por su salud, encomiéndalos al Dios en quien tu creas y pide porque los libere pronto de todo el veneno que pueda haber en sus vidas.
Acepta ser su madre en las condiciones que la vida te ofrece, sabiduría para manejar con calma tus emociones y valentía para verlos felices donde sea que esté su felicidad.
Te garantizo que tu sistema nervioso se sentirá menos atribulado y tu paz interior puede emerger con más fuerza.
Esto es la maternidad real.
Tomar decisiones, amar en tinieblas y perdonarse un poco a una misma todos los días.
Ojalá que una ínfima parte de esta carta pueda darte siquiera motivos para respirar profundo y llenar tus pulmones de aire.
Estar viva y seguir respirando es lo único que necesitas.
Apaga tu mente y enciende tu alma.
Un día a la vez.
Con amor,
Cyn
Si también quieres enviarme tu historia, puedes hacerlo al correo queridacyn@gmail.com
Disclaimer: Esta carta no sustituye atención médica, ni terapéutica. Aún cuando Cynthia García-Galindo cuenta con la formación profesional en diversas ramas de la salud emocional, las respuestas que ofrece a sus lectores bajo este formato, son misivas literarias con fundamentos teóricos mezclados con experiencias profesionales y vivencias personales, donde lo que pretende, es guiar y estrechar lazos más íntimos con su audiencia y no necesariamente, ofrecer soluciones que deban seguirse como una receta, ya que cada caso es único.