ESTOY HARTA DE LAS CRÍTICAS 

No estoy muy segura si casos como el mío tengan importancia, me imagino que habrá personas viviendo dramas dolorosos a los que debas prestar más atención, pero en verdad para mi, esto ya se está convirtiendo en un problema cada vez más grande y me gustaría tu ayuda.

No sé como sobrellevar los comentarios agresivos, simplemente me pone mal que las personas sean tan hostiles, que no piensen en como afectan a los demás con sus groserías y que luego hasta sean capaces de decir que sus comentarios los hacen con la mejor intención.

Los comentarios de amistades y conocidos, me incomodan, me hacen perder seguridad en mi misma, me hacen dudar de lo que hago y he llegado hasta pensar si mis decisiones son buenas o no.

Por otro lado, en mi familia política he recibido también algunas opiniones con respecto a mi peso. Recientemente cumplimos un año de casados y entre broma y broma, comentaron que igual me vendría bien ponerme el reto de entrar en mi vestido de novia y hacerme unas fotos conmemorativas, así ganaba por partida doble, recuperaba mi figura y reconquistaba a mi esposo en una segunda luna de miel de aniversario. Ni sabía que existía eso, seguro se lo inventaron para poner sobre la mesa que he ganado kilos. Desde ese día, he inventado excusas para no visitarlos.

Y por si fuera poco, en mi propia familia, a veces siento que tampoco  comprenden el momento de mi vida por el que atravieso. Como te decía, estoy recién casada y les ha estado costando mucho comprender que ahora mis tiempos no son exclusivamente para los planes familiares y eso no le gusta a algunos miembros de mi familia que hacen comentarios pasivo-agresivos, así como de ladito, como queriendo y no, pero que igual me hacen sentir mal.

Total Cyn, que a veces ya no quiero ver a nadie y si voy a hacer una dieta, mejor una para desintoxicarme de tanta mala vibra y tantas exigencias. ¿Tengo derecho a mandar a todos al diablo y poner a salvo mi salud mental?

Atentamente

Harta de las Críticas 

Querida Harta de las Críticas:

Lo primero que tengo que decirte es que NINGÚN caso es insignificante. Todos, por sencillos o superficiales que parezcan, pueden permitirnos a todas aprender. Quien crea que lo sabe todo, querida, no sabe nada.

Así que gracias por animarte a escribirme.

Ahora vayamos a lo tuyo.

¿A dónde quieres mandar a todo el mundo?

Te entiendo, alguna vez quise mandarlos al mismo lugar o mínimo hacer maletas e irme yo. Dicen que “La Chingada” es un pueblo bastante pintoresco por cierto, pero me temo, que con bastantes pobladores ya.

Así que intentemos otros métodos menos extremos.

Por supuesto que todos somos susceptibles a la forma en que los demás se dirigen a nosotros, incluso, habrá días, circunstancias o etapas, en las que eso nos afecte más, porque aunque nuestra aspiración y anhelo sea parecernos más a un monje budista al que no le perturbe nada, la verdad es que nosotros vivimos en un mundo que se mueve a la velocidad de la luz, con personas que tienen demasiada lengua para opinar de la vida de los demás y una evidente falta de tacto emocional para hacerlo.

La crítica viene en diversos envoltorios, la más fácil de identificar es la que viene en forma de palabras, pero hay quien critica con gestos, o resoplando, o arqueando las cejas, o torciendo la boca, o riéndose burlonamente o buscando con la mirada a alguien más que se le una al festín de comerse vivo a alguien.

Ser criticados hace que nos brinque un resorte interno, porque la crítica es UNA AMENAZA y tal y como todas las amenazas, nuestro cerebro las interpreta como algo de lo que debe defenderse para ponerse a salvo.

Nuestra primitiva e instintiva reacción es HACER ALGO para sentir que aquello no va a acabar con nosotros o de manera más simbólica: con nuestra autoestima.

Si la persona que intenta lastimarnos, no tiene un grado de relevancia en nuestra vida, seguramente su agravio quedará muy lejos de provocarnos algo más profundo que un solo enfado, el cual superaremos con cierta facilidad. Dicha persona quedará marcada en nuestro subconsciente, como alguien de quien habremos de cuidarnos y tan tan, seguiremos con nuestra vida.

Pero muchas veces, la daga envenenada nos la lanza alguien que se supone es de “los nuestros” y entonces el verdadero conflicto aparece: ¿me defiendo o no? ¿contesto o mejor me quedo en silencio? ¿que quepa la prudencia en mi o de nuevo dejo que haga conmigo lo que quiera?.

Por supuesto que cuando la palabra hiriente viene de alguien significativo en nuestros afectos o en nuestras relaciones, cala más profundo y provoca mayores sensaciones de injusticia y dolor, pero sobre todo, crea el conflicto de no saber “hasta donde estará bien” defendernos; por eso tu reacción es querer poner distancia, desintoxicarte de todos e incluso apelas a tu derecho de alejarte por tu propia salud mental.

Y aunque el derecho innegablemente lo tienes.

Creo que podrías encontrar más salud mental si trabajas en la forma en que reaccionas a lo que los demás hacen o dicen.

Por la simple y sencilla razón de que uno JAMÁS podrá controlar la forma en que los demás decidan comportarse, aún cuando sean las personas que más amemos.

Ahora, te preguntarás y ¿cómo le hago para reaccionar de una mejor forma?

Bueno corazón, quiero que tengas muy presente que quienes critican, cuando hablan, pierden.

Pero si los que escuchan, filtran, entonces pueden ganar.

Déjame te explico, lo que quiero decir. Es inevitable que todas las personas tengan una opinión sobre lo que hacemos o decimos y por desgracia, entre menos esas personas se observen así mismas o entre más eviten hacerlo, más energía tienen para analizar la vida de los demás.

Nos guste o no, estamos rodeados de gente con el vicio de opinar sin consideración y sin asumir ninguna responsabilidad sobre lo que sus palabras pueden provocar en la vida de los demás.

Por tanto, nos toca ser muy selectivos con lo que decidimos que nos afecte. A eso me refiero con filtrar. Puede incluso, que de un comentario inadecuado, podamos extraer aprendizaje. Pero ojo, no de todos, allí está el chiste.

Aunque las críticas parecieran estar cargadas del mismo veneno.

No todas son iguales y aprender a identificarlas puede ayudarte a sumergirte en batallas innecesarias.

La Crítica ANIQUILADORA, no necesita mucha explicación, son todos aquellos comentarios que buscan principalmente destruirte. Las personas desean verte mal. Son groseras, malvadas, hirientes y persiguen el conflicto casi de manera adictiva, porque solo en medio del caos se sienten funcionales. Estas personas creen que solo minando la autoestima de los demás pueden sentirse con menos desventajas.

Comportamientos de esta naturaleza desvelan probables trastornos de la conducta que no van a modificarse por arte de magia, así que identificarlos te evitará que te tomen por sorpresa y te invitará a dejar de creer que dejarán de hacerlo; que la última vez, nunca es la última y que seguramente siempre volverán a la carga. 

La Crítica HUMILLANTE, aunque en el fondo el propósito pareciera ser la de buscar tu propio bien, la intención con la que te la dicen es de mala fe, ya que buscan hacerte sentir que por tal o cual condición, vales menos.

A diferencia de la Crítica Aniquiladora, que es frontalmente agresiva, quienes humillan, suelen utilizar un lenguaje más camuflado, por lo que tendrás que confiar mucho en tus sensaciones internas para identificarla y si estas te indican malestar, entonces, sin importar de quien provenga, no le pongas el pecho a esa flecha envenenada. 

La Crítica PROPOSITIVA, busca que puedas mejorar en alguna área de tu vida. Tiene, por sobre todas las cosas, Buenas Intenciones, desea tu bienestar, le importa que seas consciente de corregir oportunamente el rumbo, te impulsa a alcanzar aquellas cosas que son importantes para ti.

Quizá algunas te sean molestas, porque aunque tengan un objetivo bastante constructivo, no dejan de señalar áreas que has dejado de lado y prefieras mantener “olvidadas” por algún motivo, y que, al recibir el recordatorio, sientas aquello como una invasión, una transgresión, una patada en el culo.

Pero cuidado, contar con personas a las que les importe tu bienestar y se tomen el tiempo (y hasta el riesgo) de hacerte ver que puedes mejorar, son verdaderos tesoros en pleno 2024.

Por supuesto, muchos quisiéramos convivir solo con aquellas personas con las que tenemos una absoluta afinidad, sin embargo, cuando solo nos rodeamos de personas que solo re-afirman adulatoriamente quien uno cree que es, podemos correr el riesgo de perdernos de personas que por ser distintas a nosotros, con otras formas de pensar, con otros criterios, otras formaciones, otras edades generacionales, mejoren y potencien quien uno es en realidad.

Cuida de no confundirte, a veces nos sentimos tan heridos porque nos señalan un error, que optamos por decir que nos critican destructivamente cuando en el fondo sabemos (porque siempre lo sabemos) que la intención de la persona, era ayudarnos a estar mejor.

Dicho todo esto, por supuesto no pierdo de vista el hecho de que tu familia política emitió comentarios inapropiados, insensibles y entrometidos, sobre tu cuerpo, buscando hacerte sentir inadecuada y hasta sugiriendo la posibilidad de que tu esposo estuviera descontento con aquello.

Yo tengo muy claro si esto es Aniquilante, Humillante o Propositivo.

Creo que ahora tú también puedes identificarlo.

Ahora vamos al otro punto relevante de tu carta.

El caso de tu propia familia, que no quiere dejar de ser la prioridad en tu agenda y se molesta porque ahora distribuyes tu tiempo entre ellos y tu matrimonio, lo encuentro como un caso de EGOÍSMO y de RESISTENCIA.

Por lo visto a algunos les cuesta comprender que las configuraciones de las familias cambian y seguirán modificándose entre más miembros tengan y más crezcan. Y me temo que sufrirán más si no lo comprenden y lo aceptan prontamente.

Ahora, como aquí la agresión no es tan obvia, puede confundirte. Sin embargo, el amor que sienten por ti y su nostalgia porque las cosas sigan siendo como antes, tampoco les otorga el derecho de cuestionarte, ni presionarte, ni hacerte sentir entre la espada y la pared, ni culpable por darle prioridad a la familia que comienzas a construir con tu esposo.

Insisto, aunque sus motivos puedan ser más benevolentes, no dejan de tener una dosis de egoísmo y al expresarlo de manera poco respetuosa, pierde toda utilidad.

Quizá no sea aniquilantes, ni humillantes, quizá solo sean comentarios egoístas, inmaduros y poco constructivos, pero que igualmente enrarecen el ambiente y si se vuelven la constante, definitivamente serán destructivos.

Ahora, más allá de poder filtrar comentarios e identificar las agresiones, quizá quieras que te diga como RESPONDERLES cuando te salgan con sus ocurrencias.

Pues sorpréndete e infártate con mi respuesta:

¿Tu en verdad crees que todas las cosas merecen ser respondidas?

Yo no.

Algunas personas pensarán que es un signo de debilidad, pero a veces, es un signo de mucho control.

Cuando sugiero que te quedes callada, es cuando ese silencio sea en verdad, una respuesta. Es decir, que tu silencio sea una forma contundente y hasta desafiante de mostrarte inmune a sus conductas y a sus comentarios.

Eso implicaría que tras tu respuesta silenciosa, puedas dejarlo ir.

Si no, no jala.

A veces funciona, a veces no. Porque la gente suele ser persistente…

Yo por  ejemplo, me he quedado callada y le doy carpetazo a la situación.

No me interesa educar a nadie, ni mucho menos pretendo cambiar la opinión de alguien que es inflexible hasta con sus propias creencias.

Ya esa rigidez mental es bastante dolor para sí misma.

Pero si la persona insiste, como me ha ocurrido, intenta con el método de regresarles la pregunta. Es decir, convierte en pregunta todo aquello que te están sugiriendo o lanzando indirectas.

Por ejemplo, usando tu caso la cosa iría más o menos así:

¿O sea, lo que me estás diciendo es que estoy gorda y que si no bajo de peso mi esposo (tu hijo, tu hermano, tu sobrino, tu nieto) consideraría dejarme?

O quizá algo como esto:

¿O sea, lo que me pides es que en lugar de dedicarle tiempo a mi familia y consolidar mis lazos, tu quieres que yo venga a jugar lotería con todos para no sentir mi ausencia como una desconsideración?

Las personas casi siempre se asustan o sobre reaccionan cuando escuchan (en forma de pregunta) lo que dicen. Porque no son tontos y saben reconocer cuando se han pasado de la línea.

Pero suele no gustarles que les cuestiones. Así que espera que puedan ofenderse y hasta argumentar que “solo te estaban diciendo algo en buen plan” o que “solo te estaban preguntando si planeabas acompañarlos en la convivencia familiar”.

Sobre reaccionan, pero casi siempre PARAN.

El éxito radicará en que dicho esto, tu también pares y no mastiques y repases en tu mente durante días lo sucedido, llenándote de falsos fantasmas y odios sin sentido.

Si este tipo de estrategia no funciona.

Ni para ti, ni para ellos, entonces:

Tendrás que poner límites de una manera más clara y más contundente.

Si aún haciendo esto, no consigues que las agresiones cesen.

Estás en todo el derecho de decidir si la distancia es la mejor opción.

Pero chula, me atrevo a suponer que si le das unos días a mi carta, te darás cuenta de que mi respuesta va mucho más allá de todo lo que ahora abunda en redes sociales que es: clasificar a la gente en tóxica y alejarnos rápido. A veces, los tóxicos, también podemos ser nosotros contra nosotros mismos.

Tu y yo no nos conocemos, pero quisiera invitarte a que hagas un examen de reflexión honesta y logres identificar que es LO QUE HAY POR DEBAJO de toda esa angustia que te provocan los comentarios de los demás.

Seguro con esta simple pregunta, emergerán algunas respuestas valiosas SOBRE TI, sobre tu historia, sobre las propias opiniones que tienes de ti misma, sobre la forma en que tu misma te criticas, sobre tus creencias sobre la perfección, sobre la importancia que tiene en tu historia personal darle gusto a los demás.

Porque aunque esta carta iba de como dejar de estar harta de los criticones, yo creo que es en ti misma, donde está la joya de respuesta que andas buscando.

Con amor,

Cyn

Si también quieres enviarme tu historia, puedes hacerlo al correo queridacyn@gmail.com

Disclaimer: Esta carta no sustituye atención médica, ni terapéutica. Aún cuando Cynthia García-Galindo cuenta con la formación profesional en diversas ramas de la salud emocional, las respuestas que ofrece a sus lectores bajo este formato, son misivas literarias con fundamentos teóricos mezclados con experiencias profesionales y vivencias personales, donde lo que pretende, es guiar y estrechar lazos más íntimos con su audiencia y no necesariamente, ofrecer soluciones que deban seguirse como una receta, ya que cada caso es único.