MI HIJO ADOLESCENTE ME DESAFÍA

Sinceramente no sé que está pasando con mi hijo, él siempre había sido muy tranquilo, pero ya lleva algunos meses que se ha vuelto desobediente, tiene mal humor, desafía mis reglas y mi autoridad, es como si estuviera “midiendo” fuerzas conmigo.

¡Estoy desesperada!, no sé que estoy haciendo mal. Intento por las buenas, por las malas, pero siento que todo lo que hago es inútil, solo logro hacer que se aleje más de mi. Soy divorciada, así que estoy prácticamente sola en esto y aunque vivo con mi mamá y pudiera apoyarme en ella, en verdad su forma de ser y los comentarios que hace frente a él del tipo de:

déjalo, ya va a hacer caso, ya va a entender, crecen muy rápido, un día ya no va estar y vas a querer no haber peleado”,

En lugar de ayudarme a resolver las situaciones con mi hijo, más bien complican más todo y provocan que él menos me haga caso. Entonces en verdad tengo dos problemas: el mal comportamiento de mi hijo y que mi madre lo solape, lo cual me hace sentir irritada también con ella.

Verás, yo me vine a vivir a su casa desde mi divorcio, mi hijo prácticamente ha crecido ante sus ojos, entiendo que quizá por eso se le dificulte ver que ya no es propiamente un niño, que ya tiene 16 años y que los comportamientos que tiene, poco o nada le van a ayudar si sigue así.

A estas alturas, irme no es una opción, mi mamá ya está mayor, mi papá murió hace dos años y mi único hermano murió hace mucho tiempo, cuando aún era adolescente, así que prácticamente nos tenemos solamente la una a la otra. No puedo, ni quiero dejarla Cyn, pero siento que debo hacer algo urgente antes de que todo se me salga de las manos. Por favor, elige mi carta, estoy muy desesperada.

Atentamente

Mamá Desesperada

Querida Mamá Desesperada:

Primero que nada: RESPIRA PROFUNDO.

No estás sola.

Todas las que estamos leyendo tu carta, nos identificamos y entendemos lo que estás sintiendo, porque todas hemos estado allí en algún momento de nuestra maternidad, preguntándonos como rayos un ser tan angelical, tan dulce, tan bordado con magia pura, pudo transformarse en alguien capaz de colocarnos al filo de la cordura.

Sin embargo, es posible. Todos en nuestra adolescencia, hemos llevado a nuestros propios padres más o menos a esa misma desesperación.

Eso no nos vuelve “malos hijos” y querer salir corriendo abandonándolo todo, tampoco nos vuelve “malas madres”.

Por fortuna hoy tenemos mucha información privilegiada sobre el cerebro adolescente que puede ayudarnos a entender más y azotarnos con menos enjundia, así que quiero compartirla contigo de inmediato.

Lo primero que tienes que saber, es que aunque tu hijo luzca cada día más como “un hombre”, como un “adulto”, su cerebro es aún una obra en proceso, hay muchas cosas que tu crees “lógicas” pero que aún no logran suceder en su cerebro. Puede ser muy “maduro” para muchas cosas, sin embargo, ser absolutamente incapaz de ser medianamente razonable en muchas situaciones.

Hasta los veintitantos, seguirá siendo todo un desafío para su sistema nervioso, lograr modular su impulsividad o sus cambios de humor, medir adecuadamente los riesgos y tener adecuados juicios y criterios…

¡Veintitantos! y algunos estudiosos de la conducta humana aseguran, que según nos comportamos algunos padres hoy en día, evitando que nuestros hijos tengan experiencias de consolidación y maduración, aterrados por el mundo en el que viven y a que no queremos “exponerlos”,  esa maduración puede retrasarse aún más.

Por lo que mientras esa maduración llega, me temo que el rol de ser su mamá, será bastante ingrato, por decirte lo menos.

Pero bueno, al menos debe consolarte un poco comprender que no siempre lo hará porque quiera deliberadamente hacerte sentir mal, sino porque verdaderamente, la capacidad de su cerebro, no le permite ser tan asertivo, ni tan prudente, ni tan sensato como quisieras. Por supuesto chula, que sobrellevar sus estallidos no es lo menos preocupante, sobretodo en ciertas situaciones, muchas de ellas, seguramente delicadas o serias. No, no es algo fácil y mucho menos es hacerlo en solitario. Entiendo como te sientes. De verdad te entiendo.

Por cierto, no me das muchos detalles del distanciamiento del papá tras el divorcio. Pero ojalá y tanto hombres como mujeres, entendiéramos que los que nos divorciamos somos los adultos, entre nosotros solamente.

Me gustaría decirte en ese sentido, que si lo consideras sano, prudente y posible, abrieras la oportunidad de que ese vínculo se reactivara. Ya sé, puede provocarte mil cosas mi sugerencia, pero, reitero, si no lo consideras una persona de riesgo, reactivar el vínculo para tu hijo podría ser útil.

Es más, considera tener esta conversación con tu hijo, hablarlo puede ser incluso, un buen comienzo y puede darte buenas pistas sobre las situaciones emocionales que él necesite atender en ese renglón.

Por si acaso, leyendo mi sugerencia, insistieras en creer “que a tu hijo no le interesa”, me aventuro respondiéndote que el 99% de los hijos e hijas responden como resorte cuando les pregunto en consultorio, que no necesitan NUNCA del padre o de la madre ausente. Pero en el 99.99% de las ocasiones, esa respuesta, es más una complacencia para el sistema al que sienten que deben ser LEALES, que una respuesta honesta o al menos procesada tras el dolor de la ausencia.

Considéralo hermosa, es una etapa donde todo está a flor de piel y esta condicionante de no tener cerca al padre, no es tema menor para un adolescente, porque es parte de su identidad, esa que está precisamente construyendo o tratando de construir.

Sacar el tema servirá al menos, para que pueda externarlo e incluso, sugerir que considere trabajarlo de manera profesional si así quisiera.

Ese pudiera ser un tema que surja en su conversación o que derive otros que puedan ser menores, pero en su universo, se hagan tan grandes e importantes, que también estén influyendo en su estado de ánimo como:

-las relaciones con sus amigos

-las relaciones sentimentales, afectivas y de identidad

-el acoso y la presión

-problemas con maestros u otros superiores

-sentimientos de inseguridad e insuficiencia

Recuerda, toda ayuda es buena.

Y todo lo que le haga bien a él, te ayuda a ti también y a tu estado de crisis.

A veces CONVERSAR nos permite conectar y tranquilizarnos a ambas partes y la intervención de miradas frescas sobre temas complicados, puedes ayudarles también a ambos.

Bien, sigamos.

Otra cosa importante de comprender, es que el cerebro adolescente necesita entre muchas otras cosas: ESTRUCTURA Y ORDEN.

Y creo, que a nivel simbólico, al sistema de la familia que tienen, también le falta eso. Ya iré a eso más adelante, no lo pierdas de vista.

Como lo mencionaba, el cerebro de tu hijo adolescente aún está en vías de maduración, está en su mejor momento, al mismo tiempo que se encuentra también en un momento de máxima vulnerabilidad.

En su cerebro están pasando muchas cosas, están formándose nuevas conexiones, fluyen ríos de neurotransmisores llevando “mensajes” del cerebro por todo el cuerpo y a la inversa también, de todo su cuerpo hacia su cerebro, está eufórico y listo para aprender e incorporar aprendizaje, pero también, hoy como nunca antes, el cerebro de tu hijo, como el de muchos otros adolescentes, está bombardeado de estímulos que no cesan. En la escuela, en casa, en las redes, en su celular.

Si en casa no existen REGLAS que den esa ESTRUCTURA que aún NECESITA, que ODIA Y RECHAZA, pero que NECESITA, entonces ese mar de estímulos lo van a rebasar de todas las formas posibles.

Ya de por sí la adolescencia altera hormonalmente la gestión del estrés, les coloca un ánimo inestable, les provoca aburrimiento, “facilita” su mal comportamiento (que ni ellos mismos se explican), los hace proclives a la bebida, a conducir con velocidad, al sexo y a un sin fin de conductas de riesgo que les provoquen adrenalina, el vivir con cuidadores a quienes les cueste trabajo establecer reglas y diálogo, lo vuelve aún más complicado.

¿Qué quiero decirte con esto?

Que aunque parezca que tu hijo te pida que lo dejes en paz y a ti te den ganas de alejarte para evitar sentirte que pasa por encima de ti, NO TE RINDAS. Su cerebro no está listo para auto-regularse, aún necesita de ti.

Se que cuesta quedarse allí a ver que te tuerce la boca, te voltea los ojos, te compara con las madres buena onda de los demás, pero aún así, quédate y explícale que a pesar de sus modos, vas a insistir en que haga tal o cual cosa, porque sabes que al pasar el tiempo, él mismo va a estar más contento de no mandar todo a la chingada solo por andar de malas.

Háblale de los talentos que ves en él, de su potencial.

Pregúntale sobre lo que él mismo ve en él.

Hablen ambos de sus miedos, porque así es, AMBOS tienen miedos.

Y aún así, no esperes que surta efecto de inmediato.

Algo importante.

No conviertas todos sus berrinches o locuras, en una batalla por ganar.

No todas valen la pena.

Algunas cosas desquiciadas, valdría la pena que las experimente, sobre todo aquellas que no amenacen su integridad.

Experimentar es bueno. Le permiten acumular aprendizaje.

Y solo con aprendizaje y sensación de libertad, puede ir calibrando y midiendo riesgos.

Aquellos a los que se les prohibe inflexiblemente todo, acaban por no hacer muy buenas lecturas del peligro y se van a por todo o se paralizan de todo. Siempre en los extremos.

Y los extremos no son nada útiles.

Las reglas bien definidas, es decir, las que son sabidas por todos en la familia y no solamente inferidas, dan soporte y sensación de límites.

El cerebro de los niños y de los adolescentes, necesitan de los límites para sentirse a salvo.

Paradójicamente la crianza se ha desvirtuado tanto desde mi punto de vista. Pasando de ser respetuosa a ser casi un tema de debate, donde los niños opinan y donde los adultos nos empequeñecemos ante lo que el niño dice que quiere, al grado de perder el valor sagrado de ser guías, que es de origen lo que todo ser humano en crecimiento necesita:

Alguien que asuma la responsabilidad de tomar decisiones por otro, que teniendo un cerebro en vías de maduración, aún no puede. PUNTO.

Con respecto al ORDEN, creo que aquí valdría mucho la pena, entablar una buena conversación con tu madre.

Como suelo decirlo en Consultorio, los temas de nosotras, siendo MADRES de nuestros HIJOS, abren a veces temas pendientes de nosotras, siendo HIJAS de nuestras MADRES.

Creo mi querida, que una hermosa manera de abordarlo con ella, es desde la empatía y con una absoluta sensibilidad.

Agradécele primero, que te haya recibido en su casa. Aunque haya sido hace tiempo, es un buen momento para recordarlo y para poner en justa perspectiva el paso de los años. Es posible que hacerlo, le permita ubicar que tu hijo, su nieto, ya está creciendo.

Dile que aprecias que aunque sus comentarios pueden sonar querendones viniendo de su figura de abuela, emitirlos frente a tu hijo, te resta autoridad y eso, agrava más las cosas sabiendo que estás sola en la faena de educarlo.

Quiero que consideres, que es posible que parte de sus expresiones, tengan relación a sus propias pérdidas, mencionaste que tu hermano, su hijo, murió siendo adolescente, y mencionaste también que una de sus frases es y cito: “un día ya no va estar y vas a querer no haber peleado”, lo que me hace pensar que pueda tener un pesar personal que la hace sentir que debe advertirte que debes dejar pasar todo, porque la vida es breve y puedes arrepentirte, como quizá ella lo hace.

Aún así, las condiciones de una, no pueden limitar o dictar las acciones de la otra, agradécele que te obsequie la voz de su experiencia, dile que no puedes ni debes evitar guiar a tu hijo, pero que procurarás hacerlo sin sacrificar la relación que tienes con él.

A cambio, pídele que te permita ser la madre que tu hijo necesita, tal como ella ha podido ser, la extraordinaria madre que tanto tu hermano como tú, han tenido el tiempo que la vida lo ha permitido.

Le hará bien escucharlo.

Dile que te sientes sola en esta nueva etapa en la que está entrando tu hijo y que la necesitas más que nunca de tu lado.

Puede resultarte muy loco, pero veo con bastante frecuencia que muchas madres maduras creen que ayudan a sus hijas o hijos, haciéndola de abuelas consentidoras, sin darse cuenta que más ayudarían si siguen siendo las mamás de esos hijos adultos, ayudándoles a ellos, a encontrar las mil y una maneras de como criar a esos niños y a esos adolescentes que los traen en jaque.

Lo diré de otra manera:

A veces la clave para los ABUELOS está en NO SALTARSE una generación para continuar la crianza. No se trata de ser los papás de los nietos, sino en ser mejores padres de sus propios hijos para que ellos sean, mejores papás de los suyos.

Aún y con todo, estoy segura que en esa familia se aman.

Solo que falta un poco de orden.

Así que vamos a ayudarte a reconfigurarlo:

1). Tu mamá siendo primero tu mamá, respetando tu sitio y tu autoridad, ayudándote en tu rol y después de eso, siendo la abuela de tu hijo.

2). Tú, siendo por sobre todas las reacciones incendiarias de tu adolescente, su descrédito, sus ojos de huevo volteado, sus mentadas de madre entre dientes, sí, por sobre todo, sé la mamá ADULTA de tu hijo.

3). Y tu hijo, entendiendo en algún momento de su vida, aunque sea allá por el año conejo, que aunque muchas veces haya deseado que no le hubieras fastidiado la vida, su madre eres tú y que le conviene aceptarte, porque si el día de hoy puede más o menos regularse emocionalmente a sí mismo, es porque sí hiciste tu trabajo y que esas cosas que lo sacan a flote en momentos crisis, algunas las aprendió de ti o contigo.

Así que calma cariño mío, el trabajo de ser madre es el más ingrato de todos, pero también, como le explicaba a unos invitados que vinieron a casa a cenar, es mucho más sencillo que ser hijo, en definitiva.

Ese sí que es una joda de altibajos sin turnos, seas adolescente o no.

De hijo, uno anda por allí de juzgón la mayor parte del tiempo. Calificando con una severidad que hiela lo que hicieron por nosotros, como lo hicieron o por qué rayos no lo hicieron.

Yo como madre, en cambio, les decía a mis invitados, una se levanta agradeciendo. Mira las fotos de los hijos y sonríes, y les ve una lo guapos y lo chulas, les avienta piropos, los encomienda una a la virgen, desea que tengan un día bonito, se acuesta uno e igual les avienta un beso y reza para que lleguen con bien de donde sea que anden.

El amor de la madre no tiene conflictos ni se complica.

Y eso, es una enorme ventaja.

Nuestros hijos e hijas la tienen más difícil.

A veces se levantan y ya hasta para eso, andan decidiendo si les cae uno bien.

¿Ves? Nosotras más fácil.

Así que mi hermosa Desesperada.

Respira de nuevo, bien profundo. Hasta que sientas que la barriga se infla como un globo. Busca una foto de tu hijo cuando niño, ponla en tu mesita de noche. Que sea lo primero que veas al despertar y lo último que veas antes de dormir.

El adolescente que te encuentres durante el día y te mire feo y casi te voltee la cara como la niña del exorcista por no ser como él quiere que seas, es solo un ser transitorio con un cerebro en proceso, ya crecerá, ya madurará y algún día, en el año conejo, te dirá, gracias por aguantarme Madre.

Todo pasará. Y para que pase mejor.

Establece estructura y orden, con mucha paciencia

Con amor,

Cyn

Si quieres enviarme tu historia, puedes hacerlo al correo queridacyn@gmail.com

Disclaimer: Esta carta no sustituye atención médica, ni terapéutica. Aún cuando Cynthia García-Galindo cuenta con la formación profesional en diversas ramas de la salud emocional, las respuestas que ofrece a sus lectores bajo este formato, son misivas literarias con fundamentos teóricos mezclados con experiencias profesionales y vivencias personales, donde lo que pretende, es guiar y estrechar lazos más íntimos con su audiencia y no necesariamente, ofrecer soluciones que deban seguirse como una receta, ya que cada caso es único.