Teníamos los problemas normales, nunca nada serio, así que solíamos resolverlos con facilidad. La noche que llegó y me dijo que se iba de la casa, simplemente me derrumbé.
No sé si me costó más asimilar que se fuera, o enterarme que lo hacía para irse con una mujer de la edad de nuestra hija.
Aún y con todo, mis esperanzas de que volviera seguían encendidas. Me dolía tirar por la borda todos nuestros planes, dejar de pelear por el hogar de nuestras hijas. Así que te confieso que durante un tiempo seguí recibiéndolo para comer o cenar, para resolver algunas de sus cosas personales e incluso, para prestarle dinero cuando se veía en apuros.
En una conversación llegó a decirme que aquella relación ya había terminado, así que más me esmeraba en hacerle ver que su lugar era a mi lado, que juntos éramos más fuertes y que nuestra familia merecía una segunda oportunidad.
Pero nunca era suficiente para él, había algo raro, postergaba todo y se desentendía de cualquier cosa económica relacionada a nuestras hijas, así que viendo las cosas como estaban, me armé de valor y solicité la pensión alimenticia. Sobra decirte que su reacción fue de lo peor, se ofendió muchísimo y me insultó hasta el cansancio.
Luego de unos meses me buscó y me ofreció considerar volver, siempre y cuando retirara la demanda. Lo hubiera hecho Cyn, pero mis hijas me suplicaron no hacerlo, me decían que todo era un chantaje y que si cedía otra vez, ese sería un cuento de nunca acabar.
Así que no lo hice. Razón suficiente para que la mujer con quien por cierto, aún seguía, nos insultara en redes sociales a mi y a mis hijas.
Fueron cosas horribles las que puso de nosotras.
Yo hubiera esperado que él interviniera, pero no hizo nada.
Ya no pude más y al día siguiente comencé los trámites del divorcio.
Aunque sé que eso era lo correcto, desde ese momento caí en una depresión muy fuerte, no dejaba de llorar, no sentía fuerzas ni para ir a trabajar, me decaí tanto que incluso mis hijas tuvieron que hacerse cargo de mi por un tiempo.
Aunque ahora estoy un poquito mejor, todavía hay cosas que no logro explicarme, por eso no dudé en escribirte cuando abriste este buzón Querida Cyn.
¿Por qué nos hizo esto? Él no solo me hirió a mi, sino también a nuestras hijas. Lo desconozco, ¿cómo pudo cambiar tanto? Siempre he trabajado, incluso he sostenido económicamente el hogar en momentos de malas rachas, así que eso no es lo que me preocupa. Pero no entiendo su comportamiento, incluso no me cabe en la cabeza que sabiendo lo que estamos pasando, nadie en su familia nos brinde su solidaridad. ¿en qué fallé? ¿qué me faltó hacer? ¿por qué duele tanto el amor?
Gracias por recibir mi carta, ojalá me leas y me toque la suerte de que me puedas responder.
Atentamente
Una mujer derrumbada
Querida Mujer Derrumbada:
El amor no duele, lo que duele es el desamor.
Tengo prisa por aclarártelo, porque puede ser que a partir de esta devastadora experiencia, puedas creer con facilidad que el amor es sinónimo de sufrimiento y no es así.
El egoísmo es la peor traición y causa dolores muy profundos, como esa de la que aún estás intentando recuperarte.
Y aunque pudieras pensar que cuando hablo de TRAICIÓN me estoy refiriendo exclusivamente a la INFIDELIDAD, en realidad cuando hablo de traición me refiero a la suma de todas las DESLEALTADES que tu ex pareja fue acumulando previo, durante y después de anunciar que se iba de tu lado.
Por como me cuentas que sucedieron las cosas, al parecer, él nunca mostró señales de que su relación atravesara una crisis que lo llevaría a tomar una decisión de este calibre. Así que comprendo lo terrible y desconcertante que debe ser enterarte que ya tenía planes para cambiar de vida mientras frente a ti seguía pretendiendo que todo estaba en orden, que internamente deseaba estar en otro lado pero no se iba con tal de no perder los privilegios de seguir contigo y que la realidad te golpeó de frente hasta que no hubo más remedio.
Eso destruye la confianza de quien sea. Si te sentiste desfallecer, no fuiste exagerada. Solo reaccionaste como un ser humano herido.
Me escribes porque quieres desesperadamente respuestas, ya llegaremos a esa parte. Ahora quiero que me leas con atención. Es VITAL que lo hagas.
Me llamó la atención que usaras en repetidas ocasiones el término DERRUMBADA para describir la forma en que te sentiste cuando recibiste la noticia. Bueno, pues te tengo noticias: “Derrumbada” es una de las palabras clave que me permite comprobar en sesión, que la persona vivió de manera traumática el evento.
Es decir, que más allá de ser un impacto emocional muy fuerte, esta experiencia fue un nivel de dolor a otra escala. Para ti, particularmente enterarte de todo, fue lo más parecido a “sentir que te morías” a asumir que “todo lo que te hacía sentir segura, a partir de ese momento, se esfumaba” para ti recibir la noticia fue “como quedarte en la nada”.
Y lo que es importante que comprendas, es que este nivel de impacto, no solo queda grabado en la mente, sino que deja una huella de estrés en todo tu organismo, incluso a niveles inconscientes.
Lo que quiere decir que no importa si quieres o no, darle importancia, si ponías o no mucho esfuerzo en echarle ganas para salir adelante, aquí el dolor fue tan monumental, que paralizó todo tu ser.
Incluso, no tener fuerzas ni para salir del sillón como me lo contaste, era “más seguro” que sentir toda la rabia de golpe, porque… piénsalo: ¿qué hubieras hecho tú con toda esa rabia? ¿en dónde o en quién hubiera ido a parar?.
La depresión asusta a las personas.
Pero la depresión después de todo, en su justa medida, puede ser también, momentáneamente, una solución.
Por eso es tan importante que sea bien explicada y sea bien comprendida y en lugar de avergonzarnos y esperarnos “a que se nos pase”, comprendamos como reaccionar a ella en una crisis.
Definitivamente atender nuestras emociones puede hacer la diferencia entre sentir que vamos a morirnos y comprender que nuestras reacciones lo que están haciendo es tratar de salvarnos.
Ahora, vuelvo a tus dudas.
Me preguntas que por qué él hizo algo así.
Aunque tengo algunas hipótesis, la verdad es que desconozco quién sea él, cuál sea su historia, sus motivaciones y las historias que se cuenta a él mismo para justificar lo que hizo.
Lo que me queda claro después de tantos años siendo testigo de tantos corazones rotos como el tuyo, es que las personas podemos ser capaces de los actos más absurdos, crueles y egoístas.
Ahora hermosa, me gustaría concentrarme en ti.
Te propongo que dejes un momento tu necesidad de comprender porque hizo las cosas como las hizo y concentrarte mejor en ACEPTAR y RECONOCER que esta experiencia definitivamente te mostró algo que no querías saber, pero que ya estaba allí desde hace algún tiempo, porque aunque dijeras que los problemas eran mínimos y que jamás hubo señales, es muy probable que algunas cosas ya necesitaban ajustes en esa relación. Definitivamente alguien ya estaba perdiendo.
Las cosas que han sucedido tras la separación, llaman mucho mi atención. No observo que exista en tu ex, un mínimo de responsabilidad afectiva, algo de lógica compasiva como cualquier persona adulta sabe que una decisión como la que ha tomado, puede causar en el núcleo familiar del cual se ha ido.
Sin embargo, me describes a un hombre que sin problema comía y cenaba en tu mesa mientras te mentía sobre la relación por la que decidió irse, un hombre que sin remordimientos te pedía dinero para financiar su nueva vida sentimental, alguien que te chantajeaba con promesas de regresar sabiendo que era lo que más querías, alguien que ejercía presión psico-emocional para que no exigieras tus derechos de pensión alimentaria y que mientras hacías lo que pedía las cosas más o menos funcionaban en paz, pero cuando no, no dudaba en insultarte.
No sé si ahora que lo describo alcanzas a ver alguna cosa con más claridad. Pero a menos que alguien lo golpeara hasta inflamarle el cerebro y hacerlo actuar insanamente, para mi, es poco probable que alguien con este tipo de conductas, sea alguien que no las haya tenido de alguna manera antes, quizá más moduladas, más disfrazadas.
A eso me refiero cuando digo que a veces hay señales que ya están allí desde hace algún tiempo, pero no podemos o no queremos verlas.
Por eso mi querida, creo que ACEPTAR es por ahora un acto más sencillo, porque consiste en solo admitir lo que se observa.
Por ahora no veo que sea muy útil que quieras comprender ni sus actos, ni los de su familia. Puede ser posible que en ese sistema elijan apoyarse ciegamente, aunque eso signifique perpetuar el dolor. Pero ese es un trabajo que les tocará a ellos resolver.
A ti te toca atender a tu propio sistema, a la sangre de tu sangre.
Me hablabas por ejemplo, de la afectación que la conducta de tu exmarido provocó en las hijas de ambos, ese sí es un asunto que merece toda tu energía.
Soy mamá y siempre me provocaron corto circuito en la cabeza, la falta de escrúpulos que las ex-parejas tienen, para usar a los hijos como recurso para mantener abierta la batalla y seguir causando dolor. Aún así, el rol materno es ser acompañante, guía, vigilante, más nunca un ser castrante.
Por fortuna tus hijas son adultas, aún así es importante que tengas presente, que ellas están viviendo su propio duelo.
Tienen derecho a sentir tristeza, frustración, rabia, impotencia, a sentirse desorientadas. Dales tiempo a que decidan que sentir y a que vivan su proceso.
Una de las cosas que más conflicto pueden experimentar, es qué sentir en referencia a su papá. Ellas deben entender que lo que sucedió, fue un asunto de pareja y que eso les concierne solo a ti y a él, que tienen derecho a descubrir por sí mismas quién es su papá y decidir el tipo de relación que tendrán con él, que tu las liberas de tener que tomar partido, o a sentir que deben aliarse contigo.
Este mi adorada, puede ser quizá, el mejor regalo que podrás darles.
La gente dirá que ese cabrón no se lo merece.
Yo te diré que el regalo es para tus hijas, y que ellas se merecen el universo entero.
Una parte de tu misión por ahora, es recuperar fuerza y asegurarte de que sepan que cuentan con una cuidadora amorosa, disponible, adulta responsable y sana de mente, cuerpo y espíritu. que SÍ TIENEN quien vele por ellas de manera incondicional y sin chantajes baratos, que eres tú y que el orden volverá a restablecerse. Que eres tú la madre adulta que las cuidas y no al revés. Al revés nunca más.
Hoy es un buen día para recordar que el buen amor no duele, lo que duele es el desamor. El desamor de los otros, pero también el desamor de nosotras por nosotras mismas.
Todo mundo habla de que debemos tener amor propio, pero la verdad es que ignoran que para poder amarnos adecuadamente, se necesitan mucho más que frases bonitas o discursos chafísimas de los que abundan en las redes sociales, que creen que con musiquita chingona van a empoderarnos.
Mucha gente no sabemos como amarnos bonito no porque nos falte actitud, sino porque en verdad no sabemos como, y además de ello, traemos el cerebro trastocado, y el cuerpo enfermo y el alma rota…
Pero siempre podemos comenzar a aprender y suele ser que el mejor día es cuando tocamos fondo, y mi querida Derrumbada, tu ya estás justo en el mejor momento, porque por misteriosas razones, todo lo que nos sucede, es para bien.
Con amor,
Cyn
Disclaimer: Esta carta no sustituye atención médica, ni terapéutica. Aún cuando Cynthia García-Galindo cuenta con la formación profesional en diversas ramas de la salud emocional, las respuestas que ofrece a sus lectores, son también misivas literarias con pasajes de sus vivencias personales, donde lo que pretende, es estrechar lazos más íntimos con su audiencia y no necesariamente, ofreciendo soluciones que deban seguirse como una receta.