SOY MAESTRA Y YA NO SÉ QUE HACER CON MADRES Y PADRES DE FAMILIA

Mi Cyn, debo aclararte antes que otra cosa, que no soy ninguna novata, ni tampoco ninguna perezosa que evite “batallar”. Llevo poco más de 25 años de servicio docente en una escuela secundaria y de verdad, cada vez me sorprendo más de lo incapaces que son los padres de familia de aceptar cualquier consejo sobre sus hijos.

En los últimos años, muchos de mis alumnos buscan salirse con la suya, hacer lo que quieren, algunos se rigen por la ley del menor esfuerzo y otros, aunque académicamente no podría tener queja de su desempeño, como individuos, en sus valores y forma de relacionarse con sus compañeros, en verdad dejan mucho que desear.

Se presionan terriblemente con respecto a su apariencia física, critican la ropa que usan, continuamente están revisando las redes sociales, evaluando las tendencias y son capaces de exiliar socialmente a alguien solo a causa de “no encajar” en ellas.

A estas alturas puedo identificar dos tipos de problemas: por una parte veo que impera un ambiente de competencia desmedida por lo que visten, calzan, que celular usan y todo tipo de cosas relacionadas con el poder adquisitivo. Por otro lado ocurre que hay una especie de apatía y mal comportamiento que “se contagia” más rápido que cualquier resfriado.

Ignoro porque los padres de familia se niegan a ver la conducta de sus hijos, puedo decirte que en el 99% de los casos en donde les he citado para hablar de ello, los padres se sienten ofendidos, dudan de mi capacidad e incluso consideran que me confundo de alumno.

Solamente en UNA SOLA ocasión, recibí la respuesta de hacer algo en conjunto para ayudar al chico a volver a un mejor carril. Donde ambos padres dijeron incluso que buscarían ayuda profesional para saber como proceder y en donde me pidieron que les siguiera informando tanto si veía cambios positivos, como si notaba las mismas conductas nocivas.

El resto de los padres de familia con quienes he tenido que abordar alguna situación relacionada al mal comportamiento de sus hijos, son impresentables Cyn.

Ni siquiera me considero una maestra de las “exigentes”, pero eso no ha evitado que surjan los conflictos, hoy por hoy muchos padres de familia en verdad solapan toda clase de conductas en sus hijos y terminan ellos mismos haciendo cosas que agrandan más el problema, como:

– Hacen sus tareas, preguntan en los chats y luego se abocan a hacerla, porque saben que sus hijos no la harán porque están demasiado saturados por la infinidad de clases extra-escolares en las que están, o pasan por alto que simplemente ellos las copien para salir del paso.

– Les consiguen justificantes médicos para “salvarlos” de una amonestación.

– He llegado a recibir mensajes de WhatsApp preguntándome si voy a dar reconocimientos académicos, tratando de persuadirme a no hacerlo ya que eso puede afectar la autoestima de los demás, sobre todo cuando su hijo o hija no ha logrado alcanzar el cuadro de honor.

– Lo último ha sido que le negué el derecho a examen a un alumno, por faltas y porque no hizo prácticamente nada durante el último bimestre, el chico se fue llorando, los padres volvieron para reclamarme por haber “traumatizado” a su hijo.

¿Qué rayos les sucede a esta nueva generación de padres? Cada año se pone peor, esta vez siento que no llego al fin de ciclo escolar te lo juro.

Por favor elige mi carta, te lo suplico, me encantaría una buena dosis de ubicatex muy a tu estilo Chula.

Atentamente

Maestra a punto de renunciar

Querida Maestra a punto de renunciar:

En que tipo de sociedad estaremos viviendo que lo primero que tuviste que aclararme es que no eras una improvisada y mucho menos una holgazana.

Eso es porque actualmente el rol de quienes educan en las escuelas, han perdido el respeto de muchos padres y madres que suelen tener sus propios conflictos con figuras de autoridad, que les cuesta así mismos ser una figura de autoridad y que confunden a sus propios hijos a conducirse ante todo aquello que represente una autoridad.

Y porque bueno, también existen muchos colegas tuyos que desprestigian el gremio al solo ir por el cheque y tan tan, debo decirlo también.

Pero que escribas con este caso, nos confirma que en verdad aún existen personas ejerciendo la docencia por vocación y eso es más que alentador.

Así que debo decirte gracias por ello.

Bueno, lo que le sucede a las mamás y a los papás de tus alumnos, es algo que desde la psicología se ha bautizado con distintos nombres: Hiperpadres o Hipermadres, Madres Helicópteros, Madres Bocadillo, quizá con algunos otros términos que no tengo en el radar. 

Yo particularmente, más allá de los títulos, lo que creo es que son madres y padres que tienen tristeza del pasado, miedo del futuro y una enorme presión social del presente.

TRISTEZA por lo que no tuvieron, que ahora se afanan en darles todo tipo de cosas y experiencias a sus hijos. Las necesiten o no. Las quieran ellos o no. Las merezcan o no.

MIEDO del futuro, porque controlar el entorno actual no es tan sencillo como solía serlo en el tiempo en el que ellos fueron niños o adolescentes, así que se convierte en una faena de hipervigilancia 24/7 que agota tanto a los que padecen ser cuidados de forma extrema, como a los propios padres que detestan el mundo cruel en el que les ha tocado ejercer la crianza, porque no les da tregua ni descanso.

Y por supuesto, una ENORME PRESIÓN SOCIAL en el presente, ya que ellos mismos se encuentran en el círculo de otros padres y otras madres, compitiendo, comparándose, queriendo ser distintos y únicos a los que todos quieran imitar, pero al mismo tiempo quieren ser iguales a los demás para estar seguros de “encajar” a la perfección.

Hoy más que en ningún otro momento de la historia, las madres -sobre todo, más que los padres-, se someten a rigurosas autoevaluaciones para asegurarse de cumplir con todos los requisitos de las “N” mil corrientes de las “buenas crianzas” de las “crianzas respetuosas” de las “crianzas basadas en apegos sanos” que muchas veces, terminan saturadas, confundidas y confundiendo.

De allí la vital importancia que cuando somos padres, estemos reconciliados con la crianza que tuvimos, para no tener la necesidad de salir corriendo en dirección opuesta de la forma en que fuimos educados, diciendo: “YO JAMÁS VOY A HACER LO QUE MIS PADRES HICIERON CONMIGO” y que por hacer exactamente lo contrario, las cosas terminen no resultando del todo bien.

Los extremos nunca son buenos.

De hecho, como lo explico en sesión, cualquier conducta extrema es el mismo conflicto, solo puesto en un polo opuesto.

No se evoluciona si solo se va de un extremo a otro.

Encontrar el punto medio entre la crianza de antaño donde los hijos eran tratados a veces como un mueble al que se debía de ignorar hasta que se le pasara el berrinche y el modelo actual donde el hijo es el centro de atención de toda la dinámica familiar, es una liga de estira y afloje que tenemos que ir modulando, siempre con la consigna muy clara de que la vida del hijo es una experiencia que le corresponde vivirla a él o a ella y que NO ES BAJO NINGUNA CIRCUNSTANCIA, una extensión de la vida que nos hubiera gustado vivir a nosotros.

Los padres de familia con los que lidias diariamente Querida Maestra, me temo que tienen muy desdibujada esa línea y otras tantas más.

Pero estas obsesiones no son nuevas, el término de Madre Helicóptero por ejemplo, apareció publicado en 1969, en el libro del pedagogo Haim Ginott, quien lo usó para citar a un adolescente de su consulta, que decía que su madre estaba “encima de él todo el día, sobrevolando con cuidados, poniéndole actividades, que ella parecía un helicóptero que lo sobrevolaba y que no lo dejaba nunca”.

Este tipo de crianza enfocada en resolverles sus problemas, en anticiparse a todo lo que pudiera hacerles falta, en no darles oportunidad siquiera a que deseen algo porque ya se lo están ofreciendo, lo que consigue es inutilizarlos, tanto a nivel emocional como a nivel funcional.

Los padres lo ofrecen como una muestra de amor, pero el terrible y peligroso mensaje que reciben los hijos con madres y padres resolvedores, facilitadores en exceso, ofrecedores sin límites, es el de: Hijo, no eres capaz, por eso estoy yo aquí”.

Tener padres que no dejan que sus hijos se aburran, pierdan oportunidades por sus indecisiones, paguen consecuencias por sus actos u omisiones, se frustren por no saber lo que quieren, incluso lleguen a lastimarse por no medir adecuadamente lo que hacen, más que una fortuna, es un mal a mediano y largo plazo.

Saber gestionar las pequeñas dosis de frustración y dolor que se presentarán a lo largo de la experiencia de crecer, les permite a los hijos, sortear de manera más eficiente la tristeza, el miedo o el enojo que vivirán cuando sean adultos, sin que esto se convierta en depresión o ansiedad.

Por ello no deberíamos evitarles vivir de todo un poco.

No hace mucho tiempo, las tardes libres donde los hijos decíamos estar aburridos, se “resolvían” con un “ve y encuentra algo que hacer”.

Lo maravilloso es que siempre encontrábamos algo en que entretenernos y jamás pensábamos que nuestros padres nos odiaban por decirnos eso.

O mejor aún, jamás pensábamos que nuestros padres eran tan incompetentes y que por eso nos mandaban a que a nosotros se “nos prendiera el foco” por nuestra propia cuenta.

Hoy en día un padre o una madre que no les resuelve a sus hijos, lo primero que siente, es justamente que es INÚTIL.

Es impensable que permitamos que un niño se sienta aburrido, porque eso significaría que no estamos ofreciendo opciones, que no estamos valorando el potencial del hijo o la hija.

Nos calificamos como padres y madres a través de lo que el hijo consiga.

Así que de alguna manera, nos las ingeniamos para que consiga mucho, porque en la medida de esos logros, nuestra auto-percepción también se satisface.

Si mi hijo triunfa, triunfo yo también.

Observe las redes sociales de los padres, les dedican a sus hijos innumerables posts con palabras de orgullo por los reconocimientos, por los diplomas, por las medallas obtenidas, aunque los hijos no estén siquiera etiquetados, pero no importa, porque en realidad no es a ellos a quienes les hablan, se hablan así mismos, tranquilizándose de toda esa presión social, de toda esa carga de la historia familiar de la que quieren sanarse, diciéndose que lo están haciendo bien.

Porque si el hijo triunfa, triunfan ellos también.

Por eso Maestra, los padres se niegan a escuchar que sus hijos se comportan mal, que reprueban, que no asisten a clases, que copian, que son crueles con el resto de la clase, que lloran de impotencia porque tienen que enfrentar la consecuencia de ser irresponsables. 

Porque si sienten que si lo aceptan, están fallando como padres.

“Porque si el hijo falla, fallan ellos también”.

Esto último lo pongo entre comillas, porque cuando los hijos fallan, no es un despropósito, es necesario que fallen, es más, es trabajo de los hijos fallar y trabajo de los padres, permitir que lo hagan.

Ciertos errores de los hijos no deberían ser vistos como errores de los padres, sino como lecciones de vida necesarias en donde los padres fungen como testigos y guías.

Eso debería saberlo toda mamá y todo papá para que puedan respirar tranquilos y dejen de creer que su trabajo es evitar que sus hijos se equivoquen.

Mejor que se equivoquen los hijos por lo que les corresponde vivir.

A que nos equivoquemos nosotros como padres, evitando que vivan sus propios errores.

Maestra, entiendo que te sientas frustrada, molesta y hayas perdido la esperanza. Pero te propongo que busques una fecha en tu calendario, elige un día que te guste demasiado, enciérralo con marcador de tu color favorito y convoca a una charla a los padres. Prepara una barra con café, agua, snacks. Pon las sillas en un semi círculo y conversa con ellos con la preocupación genuina de una buena líder.

No esperes a que exista un problema para hablar con ellos, porque seguramente ya llegarán a la defensiva y bloqueados por defender su papel de “soy un buen padre” “soy una buena madre”.

Y palabras más, palabras menos, usa la idea del texto que te dejo a continuación o lo que te he contado en esta carta.

MENSAJE URGENTE PARA PADRES Y MADRES DE FAMILIA COMUNIDAD PLAN C

SU TRABAJO es asegurarse que su hijo o hija entienda cuales son sus responsabilidades tanto dentro de casa, como fuera de ella.

Hágale saber que su conducta ALGUNAS veces podrá tener recompensas, pero NO SIEMPRE, ya que algunas de las tareas que ejecuta, corresponden a las obligaciones propias de su edad.

Si rompe las reglas que ustedes hayan establecido, asumirá las CONSECUENCIAS que hayan acordado previamente, mismas que son innegociables.

Tanto el Padre como la Madre, tienen la misma JERARQUÍA, vivan o no dentro de la misma casa, no pueden RESTARSE AUTORIDAD entre sí, solo para resolver la situación mejor les parezca. Los hijos e hijas saben leer esto como una ventaja y aprenderán a usarla incluso en su contra. 

Asegúrese de tener una CONVERSACIÓN abierta, fluida y clara sobre estos temas, no dejen nada a la interpretación, HABLEN TODO, los hijos necesitan diálogos directos y sin rodeos.

Si su hijo comete errores, reprueba una materia, pierde un partido, no gana medalla, decide tomarse un tiempo de su deporte favorito, su trabajo es animarlo a seguir intentándolo en el futuro, usted no está fallando, usted está haciendo su mejor trabajo, así que CONTROLE su impulso por RESOLVERLO por su cuenta.

Encuentre valor en que MENOS es MÁS, es una mentira del consumismo creer que usted debe COMPRARLES TODO LO MEJOR, lo que su hija o hijo necesitan es a USTED, concentrado en ayudarle a A CRECER COMO SER HUMANO.

Maestra, personalmente creo que la hiperpaternidad es un fenómeno que ha tomado fuerza por la misma dinámica sociocultural de nuestros tiempos. Estamos bombardeados de estímulos que nos hacen a todos DESEAR una vida irreal.

Esta ilusión de que controlamos algo entre más estemos encima de él, nos dota de una falsa seguridad que de todas formas compramos por los tiempos violentos en los que vivimos.

Ayudemos a los hijos propios y ajenos a ser lo que puedan, lo que quieran y lo que nos pidan ser.

A veces la mejor forma de hacerlo, es sentar a los papás y mamás en un semi círculo con café y galletas y hablar de lo que es incómodo pero necesario.

A veces es escribiendo una carta como esta, que es odiosa, pero a lo mejor necesaria y si Dios se posó en mis dedos, quizá hasta un poco útil para alguien.

Ojalá así sea.

Con amor,

Cyn

Si también quieres enviarme tu historia, puedes hacerlo al correo queridacyn@gmail.com

Disclaimer: Esta carta no sustituye atención médica, ni terapéutica. Aún cuando Cynthia García-Galindo cuenta con la formación profesional en diversas ramas de la salud emocional, las respuestas que ofrece a sus lectores bajo este formato, son misivas literarias con fundamentos teóricos mezclados con experiencias profesionales y vivencias personales, donde lo que pretende, es guiar y estrechar lazos más íntimos con su audiencia y no necesariamente, ofrecer soluciones que deban seguirse como una receta, ya que cada caso es único.